Pruebas (?

Hola chicas!(:


Sí, aquí estoy yo, otra vez contradiciéndome ^^' Pero si no hiciera estas locas y desesperadas apariciones me echaríais de menos (?) jajaja -no, no lo creo- bueno a lo que iba, me ha dado un arrebate de inspiración y sé qué ningún día será mejor que hoy para escribir, no os contaré el porqué ni nada porqué sería enrollarme mucho más de lo que ya lo hago y al final me vuelvo pesadísima.


A si que bueno, vengo a anunciar a lo que vengo: Necesito que me hagáis un favor. ¿Podríais darme una opinión sobre los textos? ¿Qué, qué textos? Los que encontrarás si sigues leyendo esta entrada. Te agradecería muchísimo que me dieras una opinión sincera, depende de lo que penséis puede surgir una posible historia o no.


Quizás estas escenas no tiene mucho sentido y tal, ni si quiera hay una trama entendible ni unos personajes bien definidos y eso, pero si os llama la atención o.. no sé, si os gusta decírmelo porque gracias a estas dos escenas tengo muchas otras en mente, y no no voy a editar estas, la voy a dejar tal y como las imagino en mi mente. Sin más que decir, os dejo con las.. cosas(?)




#
Escena Uno♥

Mi cuerpo era ceniza, era el resto de lo que una vez había estado en llamas. Lo que alguna vez había sido puro fuego. Lo que alguna vez pensé que ni un mar entero podría apagar. Pero me equivoqué, y ahora solo me quedaban cenizas; resquicios, resquicios de algo que fui, de algo que viví. Retiré los mechones rebeldes de pelo detrás de mis orejas y me miré fijamente en el espejo, no debí hacerlo. ¿Quién era aquella chica? Acaricié con mi pulgar mi labio inferior y me observé con determinación. ¿Era mejor ahora, o era mejor antes? ¿Era peor ahora, o era peor antes? Los rayos de Sol que entraron por la ventana atravesaron mis ojos, iluminándolos a ellos y a una parte de mi rostro claro. Acaricié cada detalle de mi faz, intentando que mis dedos memorizaran el tacto de mi piel.

Vuelta empezar.

Era una pesadilla constante, quizás era cierto, quizás el cielo no existía. O no había cielo para mí. Quizás aquello era el infierno, mi propio infierno. Sentí ganas de llorar, pero en aquella nueva vida no tenía motivos por el cual hacerlo, y mis nuevos ojos -verdes- no derramaron ni una lágrima. Me senté en el filo de la cama, sin apartar la mirada del espejo. ¿Cuántas veces había encontrado y perdido el sentido de mi vida? ¿Cuántas veces me había documentado? ¿Cuántas veces había amado, odiado, llorado, reído, sufrido, saltado, cantado..? ¿Cuántas veces había vivido? Y lo más importante: ¿Cuántas veces más volvería a hacerlo? 

Sentí un impulso irracional, unas ganas suicidas impresionarme de quitarme la vida. Quise morirme. Podía ir al cuarto de baño en aquél momento, coger una cuchilla y rajarme las venas. Pero, ¿de qué serviría? Dentro de un par de horas volvería a abrir los ojos, ocupando el cuerpo de otra chica de más o menos mi edad, y entonces tendría que aprenderme su nombre, su historia, ser parte de su familia, de sus amigos, volverme a enamorar de su pareja, y.. quién sabe cuantas cosas más. Ah, es verdad, yo lo sé. ¿Quién me iba a decir a mí que morir podía permitirme vivir tanto?

Irónica y jodida realidad.



#
Escena Dos♥


Solté el bolso sobre el sillón, al mismo tiempo que cerraba la puerta a mis espaldas. Busqué con la mirada- ¿Hola? ¿Hay alguien en casa? -pregunté alzando un poco más la voz para que se me escuchara en el piso de arriba, también. Nadie contestó y al ver la sala vacía imaginé que no había nadie. Suspiré y abrí el bolso, zambullí la mano dentro de este y busqué a tientas el móvil, cuando lo encontré marqué rápidamente las teclas y  me lo llevé a la oreja. Esperé los toques. Pero mamá no contestó. Marqué otro número, esta vez el de mi hermana y volví a llevarme el móvil a la oreja, un poco nerviosa e inquieta. Ella tampoco contestó, me quejé y lancé el móvil dentro del bolso.


Me dejé caer sobre el sofá y me llevé las manos a la cara, había un cierto mal estar dentro de mí, proveniente de mi estómago. Tenía una extraña sensación, como de mareo, quizás era producto de aquella noche. Apenas había podido pegar ojo rebuscando entre los papeles como una ratoncita de Biblioteca. Estaba desesperada, no había encontrado nada y las cosas en casa no podían ir peor. ¡Yo tenía un malhumor que ni si quiera yo soportaba! Había perdido a mi única amiga aquí y mi madre y mi hermana parecían estúpidamente felices, y por supuesto, totalmente despreocupadas acerca del tema de mi padre. Yo estaba perdiendo la cabeza. Alex parecía ser el único que había logrado creerme y había logrado hacerme sentir que no estaba loca, o quizás no, quizás solo quería divertirse y pasar un rato conmigo, no me quejaba yo estaba realmente a gusto con él y me divertían sus locuras.


Estaba estresada y la impoténcia me carcomía a cada hora que pasaba. Mis ojos me picaron y el nudo que había en mi garganta me indicó que estaba apunto de llorar. No me equivoqué.
Me revolví en el sofá y me quedé allí llorando. Yo solo.. quería volver a casa. Quería ser la de antes. ¡Carajo! Quería ser normal. ¿Era eso mucho pedir? Me sequé las lágrimas y me incorporé en el sofá cuando escuché vibrar al móvil, le eché un vistazo a la pantalla para ver quien era.


"Alexander"


Su nombre apareció en la pantalla, grande, en negrita e intermitente. Sonreí inconscientemente y tomé el móvil entre mis manos, pulsé el botón correspondiente y lo acerqué a mi oído.


Sequé mis lágrimas de nuevo.- ¿Si? -pregunté con la voz levemente distorsionada, y a pesar de que ya sabía quien era.


-Ratoncita -se escuchó su voz cálida y después una suave risa que alegró mi corazón- ¿Qué pasa? -preguntó preocupado y yo me puse nerviosa de repente.


-¿Eh? ¿Qué va a pasar? Nada, todo está bien, todo está bien. -repetí intentando convencerme y mis dedos juguetearon con las puntas de mi pelo- ¿Por qué? -intenté sonar despreocupada.


Se rió- Nada, te he notado la voz un poco... extraña. No sabía si había estado llorando o no, acabo de darme cuenta de que mis sospechas son ciertas. No te pongas nerviosa, y espérame. -Dijo con amabilidad, yo no entendí la última parte y arrugué el ceño.


-¿Espérame? -repetí, pero el ya había colgado- ¿Hola? ¿Alex? Alex! -miré la pantalla, y volví a marcar su número una y otra vez. Resoplé al sexto intento fallido y entonces llamaron al timbre. Me levanté, dejando el móvil allí, entre medio de los cojines. Abrí despacio la puerta y mi corazón dio un vuelco cuando me lo encontré allí. Parado delante de la puerta de casa y con una hermosa sonrisa cálida que me robó la respiración, y sin decir nada más extendió sus brazos para recibirme y yo lo abracé cegada en lágrimas de la emoción. Lo aferré con fuerza y oculté mi cara en su pecho.




#

Decirme que os ha parecido!*-* Y acordaos de clicar en las "Reacciones" justo la barrita de arriba de los comentarios. Dejad una huellita depende de si os ha gustado mucho, si os ha gustado, o si no os ha gustado. 
Besos enormes, amores!


L'













Entre Terceros ~ Capítulo Uno

Hola!(:
¿Qué tal amores? Espero que todo bien! Perdón por no haber publicado nada mío en este tiempo y igualmente venir aquí con esta entrada y publicar el Primer Capítulo de algo que tampoco es mío (?) xD Pero bueno, es que he estado intentando dejarles claro a los virus que me aman que lo nuestro es un amor imposible y que deben rendirse ante los medicamentos (Traducción: Estoy enferma.) Por lo que no he cogido mucho el ordenador, lo siguiente es que estas semanas las tengo a reventar de exámenes y seguramente no podré ponerme por aquí, pero bueno ya si me dejo de escusas baratas (pero ciertas, nunca miento u_ú jajaja) vengo a anunciar que traigo el Capítulo 1 de Entre Terceros. Sep, el Fan fic basado en la Saga Twilight de mi Caro*-* A mí me encantó y la verdad es que estoy enamorada de este fic, vosotras también lo haréis conforme vayáis leyendo jiji
Gracias Caro!



Renesmee Cullen.

Hacia frio y estaba rodeada de árboles frondosos y tan altos como rascacielos, había una leve luz en penumbra iluminando lo que las ramas permitían… conocía ese lugar.
Me encontraba en el oscuro y frio bosque de Forks, ese hecho no me sorprendió en absoluto, ni siquiera sentí miedo, solo pude sonreír comprendiendo lo que estaba pasando, la situación se había repetido varias veces.
Mire mi atuendo, llevaba mi vestido blanco favorito y no tenia calzado alguno. Mis pies se colaban entre el pasto fresco e incluso algo mojado, me gustaba esa sensación. La brisa húmeda golpeaba suavemente mi piel, como si de una caricia se tratara, algo fría pero delicada, escuchaba en bajos susurros mi nombre, repetidas veces, como si un viejo amigo me llamara. Mi cabello suelto, ondulado, negro y largo hasta los codos, se revolvía con libertad, empecé a trotar hacia la costa de la playa, me sentía libre, los arboles, el aire condensado, el sonido de las olas romperse contra la arena, todo era perfecto, me hacía sentir feliz, en casa.
No tarde en sentir la arena bajo mis pies, y fue allí cuando empecé a bajar el ritmo de mi trote, mire el mar frente a mí, el cielo estaba completamente despejado y la luna estaba llena, reluciendo como un diamante, reflejándose hermosamente sobre el agua, aunque, gracias a el movimiento de la misma, no podía apreciarse del todo su figura.
Me abrace a mi misma tras sentir como mi piel se erizaba gracias a él frío que aunque no era demasiado fuerte, me hacia querer buscar algo de calor. Mire a mi alrededor y a unos 5 metros de donde estaba parada, se encontraba el ya tan conocido tronco, grande y viejo, pero que sin poder evitarlo se había convertido en uno de mis lugares favoritos. Me senté en el cómo cada noche que visitaba ese lugar. Acomode un par de mechones rebeldes que se chocaban contra mi rostro, tras mis orejas y suspire en paz.
Él no tardo en llegar, un par de pasos a mis espaldas que apenas podía denotar me lo avisaron, pero estuve completamente segura cuando su temperatura, contrastante a la del ambiente, choco delicadamente contra uno de mis costados. No tarde en sentir como esa calidez me arropaba por completo, como en cada uno de nuestros encuentros, me abrazo por los hombros, apretándome hacia él con ternura, infundiéndome ese anormal, pero delicioso calor y luego beso mi cien.
No sabía nombre, no sabía descripciones. Simplemente nos dedicábamos a eso, abrazarnos en silencio. Sin hablar. Sin mirar. Solo escuchar el sonido de todo lo que nos rodeaba…Ese sueño se había repetido demasiadas veces, desde hacía ya un par de meses. No era algo diario, pero si muy seguido...
– ¡Caroline despierta! – grito alguien, que zarandeaba mi cuerpo entero entre sus intentos de despertarme, lográndolo. Tenía alrededor de unos treinta minutos evitando los llamados de mi hermana, hundiéndome casi obligatoriamente en mi sueño, odiaba despertar, quería seguir con él. Quería quedarme con ese desconocido ficticio el mayor tiempo posible, era un sueño relajante y hermoso aunque extraño. Tenía una especie de enamoramiento ilógico hacia un producto de mi imaginación.
Cada vez estas mas cuerda, ¡felicidades! – pensé con ironía, nótese el sarcasmo.
– Déjame – murmuré enrollándome en mis sabanas, haciéndome una bola, cubriéndome el rostro con mi cobertor y cerrando los ojos con fuerza, empeñada en seguir con mi delicioso sueño, amaba dormir, oh claro que sí.
– ¡Es tarde, llegaras tarde al instituto! – volvió a gritar Kammy, la estaba sacando de quicio, y la verdad lo hacía tan seguido que no sentía remordimiento alguno por ello.
– No. No quiero ir. Me quedaré durmiendo – seguí murmurando y me di la vuelta. Sabía que estaba comportándome como una niña caprichosa, pero mis responsabilidades me valían un pepino por las mañanas.
 Suspiro sonoramente y la imagine con ambas manos apoyadas en la cintura, contando hasta diez mentalmente para no enfadarse – Debes ir, recuerda que tienes examen con el profesor Stevenson.
– Lárgate Kammy… no iré –  abrace mi almohada.
– ¡Ahhh! – Su típico grito de frustración me hizo fruncir el ceño al resonar molestamente en mis tímpanos – ¡No puedo creer que todos los días sea lo mismo! – exclamo frustrada.
– Relájate, Cam – reconocí la voz de mi otra hermana, Karen – esto tiene una fácil y practica solución – percibía como se acercaba, se escuchaba cada vez más cerca, su voz se oía tan contenida y tranquila con un toque de diversión, eso me asustaba…
Tres…dos…uno… Mis sabanas fueron apartadas bruscamente y  seguido sentí agua fría bañar mi cara. Cerré los ojos con fuerza sintiendo como mi sueño se había ido por completo – ¡Ahhh! – Grite frustrada sentándome como resorte en mi cama y localizando a Karen dentro de mi habitación  – ¡Sabes que odio que hagas eso!  ¡Te matare! – salte de mi cama y ella corriendo hacia él pasillo, empecé perseguirla, ella solo corría y se reía de mi cara empapada. Parecíamos dos niñas pequeñas.
Antes de que pudiera bajar las escaleras y seguir mi correteo, me encontré con Melanie en el pasillo quien detuvo mi persecución – Caroline ve a ducharte se hace tarde – dijo mientras ella se ponía brillo labial y me detenía con su otra mano libre.
Mi tía Melanie, hermana de mi padre. Era muy bonita, su cabello que ahora iba recogido en una perfecta coleta, era largo y liso de un lindo color castaño claro, su tez era blanca mas no pálida y tenía unos lindos ojos cafés claro, a pesar de tener 32 años se veía mucho más  joven, gracias a lo menuda que era. Esa mañana iba vestida para ir a trabajar; un lindo conjunto falda/chaqueta, de un bonito color rosa viejo y su blusa negra combinando con sus muy altas sandalias. Era una de las secretarias del instituto de Forks, al mismo donde yo iba.
– Pero tía, Karen me mojo la cara – dije con voz chillona haciendo un puchero, empezando a armando mi drama, para que me dejara seguir con mi persecución.
– Basta de berrinches – reprendió  tomando mi hombro con su mano derecha y con la otra guardaba su brillo en su cartera, me miro entre sus muy espesas y maquilladas pestañas  – sabes que de otra forma no despiertas, nunca he visto a alguien con el sueño tan pesado. Por Dios, estos chicos de ahora… – mi tía se alejó, bajando las escaleras y siguió hablando sola de cómo habían cambiado las cosas desde sus tiempos hasta los nuestros.
Suspire y  mientras aun escuchaba el sonido de sus zapatos en la madera, puse los ojos en blanco – ¡Ya me las pagaras, Karen Andrea!  – dije alto y escuche la risa de mi hermana en alguna parte de la casa.
Prácticamente tome una ducha lo más rápido que pude, rindiéndome ante el hecho, que en efecto debía ir al instituto gracias al estúpido examen de matemáticas. Seleccione en mi closet una camiseta blanca y mi chaqueta de lana de franjas negras y grises, jeans oscuros y mis converses negros – mis favoritos –  deje mi largo cabello suelto. Me senté en el banquito de madera color caoba, con un cojín café claro, que se encontraba frente al espejo de mi peinadora, tome mi cepillo y empecé a tratar de dejar más o menos presentable mi melena.
Me detuve y observe mi reflejo durante unos segundos. Mi cabello, largo hasta los codos, ondulado pero no en exceso y negro, era un rasgo heredado de mi padre, sus tres hijas teníamos. Enfoque mi atención en mis ojos marrón oscuro, me recordaban tanto a mi madre, al igual que mi piel morena clara, también heredada de ella. Sonreí a medias y deje el cepillo sobre la peinadora. Yo era la que más se parecía a mama, mis hermanas tenían un parecido muy inclinado a nuestra familia paterna. Por reflejo mire la cadena de oro, la cual colgaba de mi cuello, con un dije en forma de corazón, también de oro, que tenia grabado “Te amamos, C.” el último regalo de mis padres. Lo llevaba conmigo todo el tiempo, era como un amuleto.
Mis padres; Karina Curilem y Carlos Roses. Murieron en un accidente cuando yo tenía apenas 10 años y mis hermanas 13 recién cumplidos, hacia ya seis años exactamente. Iban de regreso a nuestra casa en Seattle luego de hacer unas compras, un camionero borracho se estampo contra su pequeño monovolumen negro. Desde ese entonces, nos mudamos a Forks y vivíamos con tía Melanie, quien nos había criado y dado todo, con mucho esfuerzo durante los últimos seis años.
Yo la adoraba como a una segunda madre se le quiere, ella había sido muy valiente al asumirnos a las tres bajo su responsabilidad. Aunque también el hecho estaba algo ligado al hecho de que ella no podía tener hijos. Con nosotras se graduó en la materia maternidad. Era nuestra única familiar en Forks, el resto de lo que quedaba de nuestra familia paterna, unos tíos y un par de primos, vivían en Seattle y la familia más lejana que tenia se ubicaba en Mississippi.  La familia de mi madre, vivía en California y ni siquiera los conocía. Ni me interesaba igualmente.
– ¡Caroline! – escuche la voz de Camila hacer eco en el pasillo.
Sonreí antes de ponerme de pie y empezar a correr. Yo le sacaría canas prematuras a la pobre de mi hermana.  Me apresure y guarde solo una libreta de apuntes, un lápiz, mis llaves y mi móvil dentro de mi mochila beige. Era día lunes, el inicio de mi última semana de instituto, estaba muy feliz por ese hecho pero mi felicidad se veía eclipsada por el examen de matemáticas final.
Apurando mi paso por las escaleras, las baje de dos en dos, intento no terminar con un yeso al final de mi hazaña. Entre a la cocina diciendo un buenos días y aprovechando darle un zape a Karen, antes de abrir el refrigerador, ella solo me saco la lengua. Me reí y saque leche y busque mi cereal favorito, un tazón blanco, una cuchara y prepare todo rápido, empecé a comer recostada a la alacena.
Karen y Camila ambas de 19 años, comían una al lado de la otra,  ambas sentadas en la pequeña mesa de madera que se abría paso en el centro de la cocina. Y como era algo muy común ver, comían en sincronía. Si, era de locos. Pero cuando una masticaba la otra tragaba era algo jodidamente extraño, bueno, cosas de mellizas. Aunque era en esos pequeños detalles que eran iguales, por otro lado, sus personalidades y su físico eran completamente diferentes.
Camila, tenía el cabello largo, brillante y negro como el carbón, con ondas rebeldes pero perfectamente formadas. Casi siempre lo llevaba suelto, como esa mañana, era un poco parecido al mío pero más bonito.  Su piel era morena clara como la mía, sus ojos eran de un café claro y cálido como los de papa. Era menuda y de una estatura promedio, solo un poco más alta que yo. Con facciones parecidas a las de tía Melanie.
Karen, tenía el cabello negro, pero más oscuro que el de Camila y yo, era un negro azabache y lo traía recogido en una coleta, sus ojos al igual que los de su melliza de un café claro, su piel era igualmente morena, igual menuda y un poco más alta que nosotras, y sus facciones eran casi idénticas a las de papa.
– Oye, ¿Le contaste a Melanie que Fred le envió un paquete ayer? – preguntó Kammy a Karen. Esta asintió mientras seguía desayunando.
Fred Harrys… el esposo de tía Melanie. Era un completo idiota y para mi gran suerte estaba de viaje hace unos meses por cosas de negocios. Ahora para mi ventaja, el no estaría metiéndole basura en la cabeza a mi tía y esta por ende me dejaría vivir… tenía varios planes, ir a la playa, Port Ángeles a ver una película, había una de Ashton Kutchner, tenía que verla ese hombre era tan ardiente…
– Hey ¿estás con nosotros? –  Dijo Camila, sacándome de mi nube de pensamientos y planes, chasqueando los dedos frente a mi cara y alzando una ceja – ¿En qué estarás pensando? – se llevo las manos a la cintura, observe su linda y holgada blusa blanca.
– Si - trague - En el problema de la capa de ozono – dije sarcástica – es un tema por el cual todos deberíamos preocuparnos.
Mi hermana rio y me alboroto el flequillo con su mano.
– ¿Nos vamos? – Dijo Karen que daba el ultimo bocado a su desayuno y se colocaba su camiseta morada sobre su blusa blanca – hoy hará un frio de los mil demonios – dijo mientras tomaba su cartera y su abrigo.
Kammy acomodo sus lentes, miro su reloj y tomo las llaves de su escarabajo azul claro, que se encontraban sobre la mesa – Si, ya es tarde. Caroline, alcánzame mis cosas – le pase su bolso, que se encontraba por alguna razón sobre el mesón de la cocina.
Termine rápidamente mi desayuno, tome algo de agua y seguí a mi hermana, alcance a Karen cuando estaba cerca de la puerta, ella se giro al escucharme y me abrazo – ¿Lindo despertar verdad? – pregunto con tono burlón.
La fulmine con la mirada, ella solo rio y me halo para que salieron de casa de una vez, que seguramente ya íbamos tarde. Tía Melanie se iba más temprano, por lo que ellas siempre me llevaban al instituto, luego ellas se iban a su trabajo, en una biblioteca y librería, las únicas allí en el pueblo.Aun no habían empezado la universidad, tenían planeado esperar a mi graduación e irnos las tres a Seattle. Éramos muy unidas, a pesar de que frustrara a Camila y Karen gozara empapándome la cara, éramos inseparables desde siempre. Una vez en el auto,  Karen puso un Cd de The Black Eyed Peas y empezamos a cantar, mientras Camila se reía de nuestras algo desafinadas voces durante el corto camino de mi casa al instituto.
Me dejaron en el aparcamiento justo cuando el sonido del timbre anuncio la hora de entrada, con paso apurado bajo la ligera llovizna que caía, me uní al grupo de alumnos que caminaba al edificio donde tendría mi examen de matemáticas – Suspiré – odiaba esa asignatura. Llegue al aula seguida de otros compañeros y estaba algo llena, al fondo vi la pálida mano de mi mejor amiga señalándome el asiento que había guardado a su lado. Sonreí y en el camino salude a algunos amigos que estaban con la cabeza entera metida en sus libros, todos estaban muy nerviosos, y no los culpaba, no cuando se trataba de los exámenes finales con el viejo Stevenson.
– Hola Caroline – saludó Carlie Swan, mi mejor amiga, con una sonrisa blanca y deslumbrante, adornando aun mas su muy llamativo rostro, y como no lo sería, si era la perfección personificada…Las facciones de su cara eran tan exactas que parecían cinceladas, hechas tan perfectas a propósito de esa manera… nariz perfilada y pequeña, labios rojos al natural, solo un detalle con su labio inferior que parecía sobresalir solo un poco más que el superior, pómulos suficientes para exhibir el tierno sonrojo que la caracterizaba…sus ojos, grandes y expresivos, de un extraño color marrón chocolate, los cuales le daban un aire inocente y qué decir del extraño color bronce que teñía sus bucles naturales, largos hasta un poco más arriba de los codos. Su piel era blanca, no demasiado pero si lo suficiente para notar lo extraño que era que poseyera ese color después de haber vivido casi toda su vida en Brasil, hacia apenas dos años que  se había mudado a Forks, luego de la muerte de sus padres, ahora vivía con su tío Charlie, el ex jefe de policía ya jubilado del pueblo.
Era demasiado bonita para ser una simple chica, le había dicho miles de veces que considerara ser modelo o algo por el estilo.
– Hey Carlie – respondí al tiempo que besaba su mejilla e inmediatamente me separaba para tomar asiento a su lado – tan temprano como siempre – señale dejando mi mochila sobre el mini escritorio blanco y cruzando mis brazos sobre la misma para apoyar perezosamente mi cabella en ellos.
Se encogió entre hombros con gesto inocente – Sabes que me gusta la puntualidad – se escudo - ¿Y tú qué? Creí que llegarías más tarde, para estos exámenes siempre te quedas dormida – me miro con diversión.
– Los nervios me dan sueño – me queje bostezando – todos tenemos mecanismos de defensa y ese es el mío – ella solo rió con un sonido muy parecido al producido por sutiles campanas.
Carlie simplemente llevaba una blusa verde oscuro, manga corta, una falda de jean y una perfecta coleta que solo deba un par de mechones sueltos a propósito, su flequillo peinado hacia atrás, y unas botas beige. Era como estuviere en una zona completamente cálida y todo el frio, que personalmente a mi me calaba hasta los huesos, no le afectara en lo más mínimo.
Me enderece en mi asiento y la mire alzando una ceja – Afuera cae llovizna,  – señale la ventana que estaba a su izquierda, cercana a nosotras, a través de la cual se podía ver como el cielo estaba nublado y las gotitas de agua golpeaban el vidrio -  hace un frio de locos ¿y tú sin abrigo? – Bufe – enserio pareces un oso polar – abrace mi cuerpo y empecé a frotar mis brazos sobre mi abrigo con la intención de que la fricción calentara mis fríos dedos  – Yo estoy vuelta un cubo de hielo.
– Te he dicho que el frio no me afecta mucho, podría decir que no lo siento como todo los demás  – murmuro con una sonrisa tímida, como si quisiera hablar y a la vez no – ¿Lista para el examen? – pregunto cambiando de tema.
– Nop – fui sincera, agregándole una “p” al final de mi respuesta.
Rodo los ojos – Te dije que podría ir a tu casa a ayudarte con los ejercicios – me recordó – si quieres tener unas  vacaciones presentables es necesario que no repruebes… – empezó a regañarme pero la detuve.
– Sé que podías hacerlo, pero no quería que perdieras tu tiempo en vano – me reí para nada preocupada por la situación – Mis hermanas, me explicaron, ambas intentaron que algo entrara en mi cráneo – con suavidad golpe mi puño contra mi cabeza dos veces haciendo un sonido extraño con la boca para que pareciera que producía un sonido de eco.
Soltó una sonora carcajada – Estas loca, Roses – negó con la cabeza –  Espero que hayan podido.
-See, esperemos eso, Swan – bostece de nuevo – tu como siempre estas tan tranquila. Enserio, das miedo, no sé cómo puedes ser tan inteligente. El viejo Stevenson te adora, estoy segura que si no fuera porque iría a la cárcel por corromper a una menor, te pediría matrimonio, o algo por el estilo.
Rodo los ojos y se rió – Los nervios a parte de darte sueño, adulteran de alguna manera tus neuronas, Caroline. No puede ser posible que hables tanto disparate y que sea normal – dijo burlándose.
Golpee su costado con mi codo, pero rápidamente lo esquivo antes de que pudiera tocarla. Tenía muy buenos reflejos – ¡Ash! Odio tus geniales reflejos – refunfuñé.
Me saco la lengua mientras reía – Es un don, los mortales con dos pies izquierdos no lo entienden – respondió fingiendo tono engreído, burlándose de mi torpeza ocasional.
La mire con los ojos entrecerrados, fingiendo estar molesta –  Que modesta – bufe.
– Sí – respondió muy apegada a sí misma –   la modestia es el segundo nombre de un Cu… –  se cayó de repente, abrió mucho los ojos y frunció el ceño.
– ¿Qué pasa? – quise saber.
–  Nada – susurro cortante.
– Te has callado de repente – insistí – ¿Qué pasa? ¿Segundo nombre de un Cu…? ¿Qué Cu…? – presione mirándola seria.
Negó frenéticamente con la cabeza y esquivo mí mirada – Nada –  repitió-  Es que recordé que… aun me cuesta calcular algo en un ejercicio – mintió descaradamente, ella sabía que no le había creído ni iba a dejar el tema de lado, Carlie lo sabía porque me conocía perfectamente igual que yo a ella, como ese gesto de negar con la cabeza frenéticamente y no mirarme cuando intenta mentir. Ignorándome, saco su libreta y la abrió sobre la mesita, fijo su vista en ella, como si de verdad estuviera estudiando. Fruncí el ceño y clave mi vista en la pizarra, que estaba un par de escritorios más adelante, frente a nosotras.
Muchas veces se había cortado como en ese momento, algunas veces decía algo y lo arreglaba hasta hacerme un lio y no entender porque había dicho lo que había dicho.
Ella ocultaba algo, tenía un secreto y algo me decía, por su negación a contarlo, que era bastante oscuro. Respetaba lo que sea que ella no quisiera contarme, aunque me hería un poco, después de todo, éramos como hermanas, ella sabía todo sobre mí y yo sabía justo lo necesario, no era justo.
– Siempre te callas a mitad de frases – murmure en voz baja para que solo ella pudiese escucharme – como si temieras que tus palabras, me dieran a entender aun más de lo que quisieras.. Sé que me estas escondiendo algo y sea lo que sea quisiera que alguna vez me tuvieras la suficiente confianza como para contármelo – solté harta de que no confiara en mi.
No dijo nada. Yo solo busque mis apuntes y fingí repasar, al igual que ella. Escuche un suspiro un par de segundos después.
– Estoy cansada de esto – confeso entre murmullos muy bajos, me voltee para mirarla – Tienes razón, y no es que no confié en ti es solo que es algo que no solo me afecta a mí, si no a las personas que amo – admitió por fin haciendo una mueca mientras me miraba nerviosa.
– ¿Es malo? – pregunte sin poder evitarlo, la sombra que parecía estar rodeando sus palabras, parecía ser bastante espesa.
– Depende del punto donde lo mires – frunció el ceño.
– Soy tu mejor amiga, sé que no lo veré tan mal – la anime.
No hablo. Suspire frustrada.
– Buenos Días. Saquen sus lápices y borradores, hora del examen – escuche la voz del viejo calvo y gordo que entro al aula, nuestro profesor de matemáticas, lo maldije por interrumpirnos.
Ella sonrió de lado avergonzada – Necesito analizar las consecuencias, dame tiempo – susurro mientras guardaba sus cosas y las hojas de prueba llegaban a nuestras manos.
Carlie salió del examen muy rápido como de costumbre, el profesor la felicito, era su alumna prodigio. Yo me tarde un par de minutos antes de lograr concentrarme por completo en los ejercicios que definirían mis vacaciones, aunque no podía dejar de pensar en el secreto que me acababan de casi-contar, me obligue a dejarlo de lado. Alrededor de una hora, desde el inicio del examen, tuve todo resuelto y sintiéndome confiada y tranquila de que había aprobado deje sobre el escritorio la hoja.
– Que rápido, señorita Roses. Al parecer esta vez se ha tomado enserio la materia – dijo el profesor antes de que pudiese retirarme, yo le caía tan bien a él, como él a mí, y eso era un absoluto nada.
– Son las ansias de no verlo los próximos meses – respondí con una sonrisa amable antes de salir a toda prisa del lugar buscando a Carlie.
No había dado ni siquiera tres pasos fuera del salón cuando me tomaron por el brazo y me detuve – Aquí estoy – parecía nerviosa – vamos a la cafetería, nos están esperando, los chicos han salido de clases, te estaba esperando.
Asentí y empecé a caminar entre el montón de alumnos que iban y venían por el pasillo del instituto, junto a ella.
– ¿Has pensando las fulanas consecuencias? – dije tratando de sonar despreocupada un momento después.
Con el rabillo del ojo vi como se envaro y su rostro denoto tensión – Si. No puedo contártelo – respondió cautelosa, giro su rostro para ver mi expresión.
Puse mi cara sin ninguna emoción, como si aquello no me frustrara. Era su secreto. Respetaba su silencio, pero con las cosas que había dicho estaba empezando a preocuparme un poco. Parecía ser algo muy serio y de ser un problema yo quería ayudarla a solucionarlo.
¿Qué sería tan serio como para que ella no pudiese contarme?
– Está bien – mi tono trato de ser relajado pero sono a reproche sin que pudiera evitarlo.
Suspiro sonoramente – No puedo, Line…es decir, no ahora... Tu sabes que hay algo y si no lo cuento las cosas entre nosotras cambiaran y si hablo igual. No tengo salida. Solo confiar en ti – hablaba es voz baja, muy cerca de mí.
– No entiendo porque tanto misterio ¿estás en un cartel de drogas o algo por el estilo? – imite su tono.
Ok, ya había empezado a ponerme paranoica.
Su carcajada me hizo dar un salto por la sorpresa, se oía nerviosa pero mi comentario le había hecho bastante gracia, bien por ella, a mí en absoluto. Gruñí molesta. Sus risas se calmaron pero me observaba con cara una gran sonrisa surcando en sus labios.
– Estás viendo demasiada televisión.
– No daré más conclusiones porque sé que ninguna será acertada, mejor simplemente dilo.
De la nada su rostro tomo una expresión preocupada - Tienes razón, no creo que lo adivines.
Suspire – ¿Me lo dirás algún día? – pregunte esperando tener una respuesta positiva.
– ¡Chicas! – escuche la voz de Michael  y me volví para notar que habíamos llegado a la cafetería. Estaba tan sumergida en mis pensamientos que apenas había notado nuestro avance. Maldije para mis adentros. Cuando estaba a punto de conseguir algo. Nos interrumpían.
Nos sentamos con nuestros amigos, Yeleh – era menuda, de ojos y cabello color café claro – Ginna – cuerpo de súper modelo y ojos verdes acompañados de una cabellera rubia y larga - Y Michael – cuerpo atlético, cabello negro y unos hermosos ojos azules. 
Ellos ya tenían sus charolas llenas de frutas, pizzas o vegetales. Carlie y yo, no comíamos allí, ambas lo hacíamos en casa. Nos quejamos de lo complicado de alguno de los ejercicios del examen, ellos hicieron lo mismo pero referente a su prueba de literatura, nos burlamos de un par de putillas, lo típico.
– ¿Notaste como Joshep Evans no le quita los ojos de encima a Carlie? – comento Yeleh. Sus ojos cafés se centraron en un punto ciego tras de mí, supuse que allí se encontraba Joshep, uno de los chicos más cotizados del instituto, alto, musculoso, rubio con unos enigmáticos ojos azules.
Carlie se sonrojo – No digas tonterías.
– Es la verdad, a penas entraste a la cafetería centro los ojos en ti – completo Ginna mientras se llevaba una manzana a la boca. Sus ojos verdes parecían fijarse en el mismo punto que Yeleh.
– Da igual, nuestra querida Carl, no tiene ojos para él – Michael suspiro de manera dramática – Aunque esta como quiere – dijo mordiéndose el labio…ok, les cuento Michael es gay – si jugara en mi liga seriamos la pareja perfecta – suspiro y sus manos estuvieron a los lados de su rostro y cerró los ojos, sonriente. Soñando con su propia historia de amor entre el capitán del equipo de futbol y el.
Imposible.
Yeleh se rio de Michael – Pues cariñito deja de soñar que él juega en la liga que debe.
Mire a Yeleh fijamente reprendiéndola mentalmente por su comentario. Ella simplemente se encogió entre hombros, haciendo cara inocente.
Mickie Abrió sus ojos azul zafiro – La verdad da igual – dijo el haciendo un movimiento afeminado con su mano, era demasiado anti parabólico hacían oídos sordos a los comentarios que podrían lastimarlo  – Carlie está enamorada de otro chico – Sentí como la aludida se tenso a mi lado – pero no nos cuenta – termino fijando sus ojos en Carl, de una manera que podía calificarse como intimidante.
– Sí, pienso lo mismo ¿tienes algún sospechoso? – pregunto Yeleh interesada mientras bebía de su refresco.
Él frunció el ceño - La verdad no, al menos no de aquí del instituto.
Yo tenía un sospechoso en mente, pero no lo diría.  Hace tiempo había notado lo que mis amigos acababan de decir, ella nunca hablaba de chicos, cuando se le tocaba el tema le restaba importancia calificándolo como nulo. Su mirada era careciente de emoción con los muchachos que la invitaban a salir pero luego lo veía a él… y sus ojos brillaban y su sonrisa era permanente, como si fuera su persona favorita en el mundo, que estaba segura que era así.

– Hoy hablan solo tonterías, no estoy enamorada de nadie – se defendió mi amiga, cruzándose de brazos.
– He visto como todos los chicos mas buenos de este lugar te invitan a salir y no aceptas a ninguno – intervino Ginna – ni siquiera Joshep que esta tan ardiente como el desierto del Sahara – suspiro sobre actuadamente y movió sus manos en forma de abanico frente a su rostro – Solo hay dos explicaciones, hay alguien más o eres lesbiana.
Carlie abrió mucho los ojos al escuchar la segunda opción - ¡Que cosas dices! – exclamo molesta y avergonzada, todos empezamos a reír, Ginna estaba loca.
Sonó el timbre. Carlie se puso de pie muy rápido, más rápido de lo que creí posible, como si quiera salir corriendo de allí, la seguí por simple reflejo y vi que Michael también lo hizo un segundo después, pero lentamente –Ya déjense de hacer hipótesis sobre mi vida amorosa – se quejo.
– Estas admitiendo que la tienes – ataco Yeleh con una ceja alzada.
– Mi único amor es Leonardo DiCaprio – respondió ella – y eso ya lo sabían. No soy lesbiana, así que Ginna no sueñes que no eres mi tipo – rodo los ojos y se rio al tiempo que empezábamos a caminar a clases y Michael venia con nosotros, puesto que en esa si estábamos juntos.
Entramos a la siguiente clase. Literatura. Era una de mis favoritas, pero en esa ocasión no se me fue posible prestar ni un poco de atención aunque lo hubiera deseado con todas mis fuerzas. Mi mente viaja lejos de allí, sacando conclusiones del comportamiento y palabras de mi mejor amiga, pero cada teoría parecía más poco probable y demente que la an terior, así que opte por convencerla de contarme. Cuando la profesora Ramírez centro su mirada en el libro mientras nos leía un fragmento de no sé qué cosa, escribí rápidamente en un pedazo de papel:
“Me voy a volver loca y hasta saque la teoría que eres una de los cuatro fantásticos. Necesito saber qué es eso que tanto escondes. Sabes que puedes confiar en mí, Carl”
Se lo pase a Carlie, estaba frente a mí, sentada junto a Mickie que ya técnicamente estaba dormido con el rostro clavado en su libreta.  Ella lo recibió y recibí una respuesta más o menos unos diez minutos después. Me encogí al notar como la perfecta caligrafía de mi amiga hacia ver la mía como la de un niño de preescolar.
“Después de clases. Este no es el lugar más adecuado. Ahora pon atención, tenemos examen final pasado mañana de esta lección”
La clase paso increíblemente lento. Trate de prestar algo de atención y tomar algunos apuntes, pero no podía evitar moverme inquita, mi compañera de mesa, Lilly Brett me miraba extraño, pero no le preste demasiada atención. Cuando por fin sonó el timbre de salida, se nos informo que el profesor de biología no asistiría por lo que ya éramos libres de irnos a nuestras casas. Por lo que ya sería el momento de que Carlie me contara que ocultaba, antes de que mi cerebro estallara.
Salimos del aula una a lado de la otra, en silencio. Michael se quedo dentro del salón arreglando un asunto sobre no se qué trabajo junto con Lilly. Por otro lado, Carlie se veía nerviosa y más pálida de lo normal.
– Jacob esta esperándonos en el estacionamiento. Sé que tus hermanas salen a la hora del almuerzo, y como aun es media mañana creo que lo mejor es que aclaremos esta situación de una vez, te llevare a tu casa luego de que... hablemos... – rompió el silencio mientras caminábamos.
Asentí – Hey, calma lo que sea que vayas a decirme no puede ser tan grave como para que sufras un infarto por los nervios  - ella sonrió a penas, sus ojos achocolatados resaltaban aun mas en su ahora muy pálido rostro.
– Es que no te imaginas la bomba que voy a soltarte.
– Dímelo. Te prometo no desmayarme – bromee.
Ella rio nerviosa y cruzo los brazos abrazándose a sí misma con fuerza– Créeme eso espero – susurro.
Salimos del instituto, había dejado de lloviznar, pero igualmente acomode la capucha de mi abrigo en mi cabeza, seguía haciendo frío. Visualicé a distancia, a un moreno, alto y musculoso que sonreía ampliamente, Jacob Black, primo lejano de Carlie, recostado a Volkswagen rojo, mirando en nuestra dirección, o más bien, para ser más exactos, en dirección a la chica de cabellos dorados  que me acompañaba. Me gire y una vez más note lo que siempre cambiaba en el semblante de mi mejor amiga, como de costumbre sus ojos se iluminaron, casi hasta echar chispas, y su sonrisa, era tan grande que podría encalambrar sus mejillas. Uní cabos y concluí.
– ¿Estas embarazada? ¿Esa es la bomba? ¿Te has tirado a tu primo Jacob? – fue lo primero que llego a mi mente.
Ella dejo de sonreír de golpe y volvió su vista a mí, abrió mucho los ojos hasta el punto de pensar que se saldrían de sus cuencas y su rostro recupero el color pero ahora estaba de un intenso color carmesí.
– ¡No! – Exclamó dos segundos después – ¡Claro que no!
Me encogí entre hombros ante su reacción – No lo sé… tanto misterio… – empecé a excusarme.
– Si piensas que eso es lo que oculto estas muy equivocada -  bufo y acelero su paso – es algo que va más allá de eso – murmuro aun sonrojada.
La seguí, intentando seguir su paso sin caerme, lo de mis dos pies izquierdos a veces me fastidiaba – Lo siento, estoy paranoica…. esto… esto es tu culpa sabes que estoy loca ¡y bajo presión empeoro! - suspire - además, son primos ya se… - rodé los ojos, mientras en mi interior no terminaba de creer que algo entre ellos fuera imposible.
– Ese es otro punto que tenemos que aclarar – esta vez fue su turno de suspirar, me miro y frunció el ceño – por ahora, déjame hablar a mí, saldremos de aquí y te lo contaré todo.
No volvimos a cruzar palabra alguna lo que resto de camino hacia el Volkswagen rojo. Una vez estuvimos cerca, Carlie camino un poco más rápido y se acerco a abrazarlo, el correspondió el gesto, cubriéndola con sus grandes brazos y alzándola, ya que su altura era por mucho mayor a la de mi menuda amiga. Escuche como resonaron un par de besos, que obviamente fueron en la mejilla y un murmullo que apenas pude distinguir como un“yo también te extrañe”.
Me cruce de brazos y observe la escena, sonreí algo enternecida por el cariño y me atraviesa a decir amor, que irradiaban. Estaba tan claro como el agua, y considere por un momento que mis amigos posiblemente también habían notado lo que yo, entre Carlie y Jacob, pero por respeto o tal vez por discreción no lo decían.
– Hey, Jake – saludé al grandulón una vez que dejo a Carlie de nuevo en el suelo, inmediatamente, como si fuera algo automático, él la abrazo por los hombros, apretándola hacia él, y claro, ella estaba tan sonrojada como un tomate pero su sonrisa decía que estaba completamente a gusto. 
– Caroline – sonrió amablemente ante mi saludo, haciendo así que sus dientes relucieran sobre su piel morena rojiza,  beso mi mejilla en modo de saludo y el contacto contrasto nuestras temperaturas, el siempre parecía tener fiebre.
Jake, como solían apodarlo, era un buen chico, muy simpático y agradable, era un gran amigo. Esa mañana, llevaba una camiseta blanca que se adhería a sus muy musculosos brazos y amplio pecho, era como si se hubiera pasado toda la vida en el gimnasio. Cualquier chica babearía por él, incluyendo a Carlie y por ende excluyéndome a mí. Ellos eran primos lejanos, pero en el fondo sabia que ellos estaban enamorados. Muy enamorados.
– ¿Te llevamos a tu casa? – me preguntó.
– No – corto Carlie antes de que yo pudiese contestar, el se volvió a mirarla, al escuchar su respuesta – vamos al bosque – pidió con el ceño ahora fruncido, ya se había reventado su burbuja de felicidad.
– ¿Por qué allá? – Pregunto el moreno confundido, al igual que yo – Charlie dijo que podíamos pasar la tarde juntos el no estará…pensé en ir a…
Siempre juntos, haciendo planes ¿Primos? ¡Sí, claro! – sarcasmo mayúsculo.
– Jacob – corto ella y el la miro extrañado por su tono y ella le dedico una mirada fija y casi asustada – es importante, llévame al bosque por favor, Caroline va a conocer a Renesmee Cullen – su voz fue bajando de volumen hasta volverse un susurro en sus dos últimas palabras.
Jake abrió muchísimo los ojos, claramente sorprendido ante lo que sea que significara lo que Carlie había dicho – ¿Quién era Renesmee Cullen? y ¿Qué tenía que ver con el secreto de Carl? – Sin embargo, casi al instante me miró y trato de disimular y controlar su expresión - Carlie  que… ¿qué estás diciendo? – le susurro, pero pude escuchar perfectamente.
– Lo que oíste Jake, vamos a acabar con esto. Estoy cansada de esconderme – respondió ella segura – Entra al auto – casi me ordenó y dudando un poco lo hice sin preguntar absolutamente nada.
El moreno manejaba callado y Carlie igual, era muy extraña toda esa situación, aun mas cuando entre ellos nunca había silencios, me sentía incomoda. El nombre extraño que había dicho mi amiga rodaba por mi mente una y otra vez. Renesmee Cullen… alguna vez había escuchado ese apellido…en alguna parte, pero no recordaba donde.
El auto se metió entre la maleza, unos 30 minutos más tarde, y yo empecé a sentirme muy nerviosa, tanto que caía a raya de estupidez, nada podía ser tan malo, pero todo el misterio que ella le daba a esto terminaba poniéndome paranoica.
– Llegamos Jake, detente aquí, por favor  – hablo ella con voz monótona y el detuvo el auto en una especie de prado, a penas alumbrado por los pocos rayos solares que las nubes dejaban colar, no me detuve a apreciarlo, simplemente era consciente de que muchos árboles nos rodeaban. Ella sin decir nada, bajo del auto y yo hice lo mismo, casi al mismo tiempo, empezó a caminar a lo que parecía el centro del lugar, yo la seguí en silencio, a sus espaldas.
– Carlie… piensa bien lo que vas a hacer sabes cómo se pondrán… - dijo Jacob bajando del auto, apresurado como si quisiera detenerla.
¿Pondrán?¿quiénes? ¿Por qué Jacob estaba tan inquieto con esa situación? ¿Qué tenía el que ver? Se me hizo bastante natural que el supiera el secreto de Carlie, después de todo entre ellos no había secretos, ninguno a parte de el amor que se tenían y mantenían en silencio…
– Lo sé, se que querrán matarme pero ella merece saberlo, confió en ella.
El moreno hizo una mueca – Te apoyare en lo que decidas – prometió y ella lo miró agradecida, luego enfoco sus orbes en mí.
– Quiero que escuches atentamente todo lo que voy a contarte –  pidió y yo asentí inmediatamente – Si al final quieres salir corriendo te dejaré hacerlo, estarás en completa libertad de hacerlo – aseguró – Pero si cuentas a alguien lo que te diré, arruinaras mi vida y lo más seguro no vuelvas a verme, así que por favor, te pido que guardes mi secreto como si fuera tuyo…
– Mierda, Carlie dímelo de una vez  – pedí ansiosa – me tienes con el alma en un hilo, estoy nerviosa ¿Porque estamos en el bosque?
– Necesitaba un lugar discreto, donde estuviese segura que nadie más que tú escucharía.
– Pues aquí estamos – me cruce de brazos – habla.
– Eres mi mejor amiga – empezó – la que nunca creí tener, y cuando digo que nunca lo pensé, es porque eres exactamente el tipo al que menos le conviene ser mi amigo, en cierto modo, aunque yo lo veo de una manera diferente, porque sé que nunca te lastimaría – respiro profundamente – Te he estado mintiendo todo este tiempo – confesó y yo la mire completamente perpleja – me he sentido mal por ello, porque tú me has contado tus más profundos secretos, has confiado plenamente en mí y yo solo he estado ocultándote quien soy.
– ¿Mentirme? – repetí sintiendo la decepción embargarme, yo odiaba las mentiras y ella lo sabía mejor que nadie.
Asintió – No he estado cómoda con eso, pero de esto se trata esta vida al menos para los míos, debemos mentir para poder socializar, para lograr encajar lo mejor posible – explico y nerviosamente paso su mano derecha por su frente como si aquello le costara un esfuerzo físico – Cuando te conocí, hicimos clic de inmediato, eres el tipo de chica que confía y acepta a los demás, eres en cierto modo muy inocente y eso me hizo más fácil por un lado, pero por el otro, enserio había momentos en los que quería soltar todo de una vez, decirte toda la verdad sobre mi y saber si me aceptarías aun con ello ¡pero no podía! ¡Aun no puedo hacerlo!
Al ver lo mucho que le afectaba esa situación, no pude molestarme por el hecho de que me había mentido, no sabía en qué, pero de alguna manera había traicionado mi confianza, sin embargo, era mi mejor amiga y aquello la estaba lastimando de algún modo.
– ¿Quieres decírmelo? – pregunté lo más calmada posible, ella asintió su mirada seguía viéndose asustada – Hazlo – casi le ordené – confía en mí como yo le hecho en ti – pedí.
Sus manos se hicieron puños y cerrando los ojos para luego tomar una respiración profunda, infundiéndose valor dijo – Aun no debo hacerlo, son las reglas ­– murmuro – Si te lo cuento estarás dentro de esto y no abra salida – dijo con tono de advertencia, mirándome seriamente.
– ¡Por Dios, dilo ahora! – exclame histérica.
– Caroline soy un vampiro – soltó la oración a una velocidad increíble pero la entendí.
– ¿Vampiro?  - pregunte sintiendo una punzada en mi estomago, sin saber muy bien porque. La palabra se quedo atascada en mi mente, repitiéndose una y otra vez, sin encontrarle sentido alguno.
Nos quedamos en silencio, mirándonos fijamente, ella esperando mi reacción y yo esperando alguna por parte de ella, un momento después, la primera reacción en hacer presencia fue la mía. Una risa incontrolable ¿Enserio creía que me iba a joder con eso? ¿Enserio creía que le iba a creer? Cuando empecé a reírme su rostro se vio sorprendido y se cruzo de brazos, imitando mi posición y frunció el ceño.
– Te digo la verdad y no me crees. Prefieres las mentiras, entonces – murmuro dolida mientras miraba sus botas beige.
Seguí riéndome – Por Dios, Carlie. Si no quieres decirme la verdad, vale. Pero no me jodas ¡esto es ridículo! – seguía riéndome – no esperaras que te crea eso.
– ¿Quieres pruebas? – su tono casi me sonó a desafío.
Antes de que contestara desapareció frente a mis ojos, parpadee repetidas veces, completamente desorientada, mire a mi alrededor sin encontrar rastro de ella. Me gire bruscamente en dirección a Jacob y este simplemente estaba recostado a su auto, con sus manos metidas en los bolsillos y con una expresión preocupada.
– ¿Dónde está? – le pregunte sin rodeos.
– Te está dando pruebas – respondió simplemente.
– Pero que… - Alguien toco mi hombro haciendo que dejara lo que iba a decir atascado en mi garganta, voltee de inmediato con tanta rapidez que trastabille, mi corazón dio un salto tan fuerte que lo sentí como un golpe en el pecho, allí estaba Carlie – ¿Cómo has llegado tras de mi tan rápido?
– Los vampiros somos rápidos – volvió a desaparecer y mis piernas se sintieron débiles cuando la vi a un lado de Jacob en cuestión de segundos, volvió a desaparecer y aparecer a cada segundo en lugares diferentes, yo solo miraba a todos lados, viéndola casi doble, podía sentir como mi corazón empezaba a latir desembocado mientras mi cerebro ataba cabos y asimilaba lo que mis ojos veían.
 Luego de ese juego de desaparecer y aparecer para hacer estallar mis nervios, se detuvo  frente a mí, yo estaba estática mirándola con los ojos muy abiertos – Soy hibrida, mi padre se transformo hace más de un siglo. Conoció a mi madre hace once años siendo ella aun humana, permaneció siéndolo hasta que se embarazo. Luego cuando nací ella fue transformada, pero herede condiciones humanas. Por eso mi corazón late y tengo una temperatura considerable, poseo sangre y varias características que me permiten encajar con facilidad como una chica mas, sin levantar sospechas. Pero también tengo de mi padre, soy rápida, y tengo los sentidos muy desarrollados, puedo escuchar los latidos de tu corazón e incluso puedo escuchar lo que está pasando a metros de acá. Hay un rebaño de venados.
Yo solo observaba en silencio, y sus palabras no terminaban de tener sentido para mí.
– Te estoy dando verdades esto querías. Me estoy quitando la máscara - soltó mirándome desesperada – necesito que digas algo – suplico.
– Esto es imposible… - dije con voz quebrada, mi voz sonó tan baja que creí que no me escucharía.
– Es la verdad... por favor no tengas miedo - me pidió y se me hizo imposible concederle lo que pedía - Mi familia y yo somos vegetarianos, solo nos alimentamos de sangre de animales. Respetamos la vida humana…tratamos de ser lo más humanos posible. No te haría daño, ellos tampoco...
– ¿Vegetarianos? – Repetí y mi voz sonó tan ronca que no parecía mía, ella asintió y yo solo trague grueso – ¿Hay algo más que deba saber? – dije sarcástica y tratando de controlar el temblor que el miedo había esparcido por todo mi cuerpo.
Alzo su mano en mi dirección – Dame tu mano. No te hare daño – prometió.
Alce mi mano lenta pero seguramente hacia la suya – Se que no me harás daño - de eso estaba segura, de alguna manera seguía confiando en ella.
Ella sonrió a medias al tomar mi mano  apretarla suavemente – Un gusto, mi nombre es Renesmee Cullen – escuche su voz pero no movió los labios.
-¿Ha…Has sido…tu? – Pregunte tartamudeando al notar lo extremadamente extraño que había sido lo último, ella asintió – ¿Co…Cómo has hecho e…eso? - tartamudeé sin voz.
– Puedo comunicarme sin necesidad de hablar, puedo entrar en tu mente – volví a escucharla sin dar señales de habla, afirmando los hechos y bruscamente aparte mi mano de la de ella, por puro reflejo, sintiendo un miedo horrible, un frio en todo mi cuerpo que me decía peligro.
Sin pensarlo demasiado, corrí lejos de ella, escuchando como gritaba mi nombre a mis espaldas, ignorándola por completo seguí mi ridículo intento de huida, cayéndome varias veces. No sabía si me perseguía o no, pero sentía miedo, mucho miedo. No supe cuando tiempo pase en el bosque hasta notar que me había perdido. Empezando a llorar por la histeria que me producía el momento me detuve, con mis pulmones necesitando oxigeno con urgencia. Mis piernas dolían, no podía más.
Mi respiración se corto cuando escuche un gruñido tras de mí. Entonces vi a un gran animal, tan grande como un caballo, pero con el aspecto de un lobo. Abrí mucho los ojos y me di por muerta, el se quedo frente a mí, mirándome como si me conociera, su pelaje era de un oscuro color rojizo. Retrocedí un par de pasos, lentamente, dejándome guiar por mi instinto de supervivencia, fue allí cuando tropecé con algo y lo último que recuerdo es que perdí el equilibrio.






¿Merece comentarios? 
Su Increíble-Blog: http://crepusculoreneesmecullen.blogspot.com/

L'